Categoría: Cantabria

  • VALORES SE INCORPORA A PARLAMENTO Y FE

    Santander, 14 de Julio de 2025

    El presidente de Valores Cantabria, José Luis Tendero, se ha incorporado como miembro de Valores al ministerio cristiano Parlamento y Fe España.

    Parlamento y Fe nació en Argentina en el año 2008 y tiene actualmente presencia en los cinco continentes. El ministerio, formado por personas cristianas de diversas confesiones, tiene por objetivo llevar el mensaje del Evangelio a la clase política y a personas que tienen posiciones de influencia social y pública, con la clara visión de un mundo donde fe y gobierno colaboren en aras de crear un futuro mejor para todos.

    Entre sus objetivos se encuentra el promover el diálogo entre la política y los valores cristianos, creando espacios donde líderes políticos puedan compartir ideas, reflexionar sobre la realidad social y buscar soluciones a problemáticas comunes inspiradas en los principios de la fe.

    Tendero, miembro de la Iglesia Bautista de Bizkaia, se incorpora al ministerio Parlamento y Fe como parte de su vocación de servicio cristiano a través de la acción social y política, con el deseo de seguir siendo un cauce para la transmisión del Evangelio y de los valores y principios cristianos tanto entre la comunidad cristiana en general, como dentro de la clase política en particular, comenzando por la propia formación a la que representa y en la que milita, Valores.

  • DE LA POLÍTICA, EL CRISTIANISMO Y LOS VALORES

    01/07/2025
    Santander

    Poder comprender la problemática actual de la sociedad española exige mirar más allá de las estadísticas, las ideologías y las estructuras políticas. Es necesario realizar un examen más profundo y desde una perspectiva mucho más compleja, que nos lleva a reconocer que la verdadera raíz de muchos de nuestros desafíos sociales reside en el corazón del hombre y en la progresiva pérdida de valores esenciales. Alcanzar esta conclusión tiene, consecuentemente, profundas implicaciones para la política, que a menudo se centra en soluciones externas sin tener en cuenta causas internas.

    La política moderna tiende a diagnosticar los problemas sociales como fallos estructurales, económicos o sistémicos. Si bien no podemos negar que estos factores son importantes y necesitan ser abordados con políticas públicas efectivas, la visión cristiana sostiene que, en muchos casos, dichos elementos revelan una enfermedad más profunda, una enfermedad subyacente que se manifiesta en el individualismo egoísta, la ambición desmedida, la falta de empatía, la deshonestidad y la búsqueda del poder por el poder mismo. Y todo esto únicamente existe porque emana del corazón humano.

    Las Escrituras nos recuerdan: «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?» (Jeremías 17:9). Esta verdad bíblica sugiere que, sin una transformación interna en el corazón y la mente del ser humano, los mejores sistemas y las leyes más justas pueden ser pervertidos. Podemos tener democracias sólidas, economías prósperas y marcos legales robustos, pero si el corazón de aquellos que operan dentro de ellos (tanto líderes como ciudadanos) está dominado por el egoísmo y la ausencia de valores, el sistema cojeará.

    Esta pérdida de valores viene derivada, directamente, de la perversión y la erosión de principios como:

    La dignidad intrínseca de cada persona: si olvidamos que cada ser humano es imagen de Dios, cosificar al otro, explotarlo o discriminarlo, y con ello dar lugar a injusticias sociales y atropellos a los derechos humanos, el algo que se convierte en una práctica diaria.

    El bien común sobre el interés particular: si la búsqueda del beneficio propio o de un grupo se antepone al bienestar de toda la comunidad, se crea un caldo de cultivo perfecto para la corrupción, el clientelismo y la desigualdad.

    La verdad y la honestidad: la mentira, la manipulación y la hipocresía política florecen cuando la verdad deja de ser un valor inquebrantable, minando la confianza pública y polarizando a la sociedad.

    La justicia y la equidad: sin un sentido arraigado de qué es lo correcto y lo justo y más aún, cuando no existe un estándar ético o moral definidio inamovible, las estructuras sociales pueden volverse opresivas y el poder se convierte en una herramienta al servicio del privilegio de unos pocos.

    El servicio y la humildad: cuando el liderazgo se concibe como una posición de dominio y no de servicio sacrificial, la política se aleja de su propósito original de construir una sociedad mejor.

    Esta persepectiva de la política bajo el enfoque de los valores cristianos, lejos de imponer una teocracia o cualquier otro tipo de adoctrinamiento teológico, implica necesariamente un radical cambio de enfoque:

    Promover una cultura de valores: los líderes políticos, más allá de la legislación, tienen la responsabilidad de ser modelos e inspirar una cultura de integridad, ética y servicio. Esto implica un liderazgo que priorice la honestidad, la transparencia y el bien común.

    Educación y formación ética: es vital invertir en una educación que no sólo transmita conocimientos, sino que también forme en valores, desarrolle el pensamiento crítico y fomente la conciencia moral desde temprana edad.

    Fortalecimiento de la sociedad civil: las instituciones religiosas, con independencia de su confesión, las familias y las organizaciones comunitarias y educativas son fundamentales para sembrar y hacer crecer estos valores en el corazón de los individuos. La política debe apoyar, y no socavar, estos pilares de la sociedad.

    Leyes que reflejen principios, no sólo intereses: si bien las leyes deben adaptarse y regular la convivencia social en todos sus frentes y aspectos, una perspectiva cristiana de las mismas impulsaría una legislación que no sólo se preocupe por resolver problemas superficiales, sino que también fomente la justicia, proteja la dignidad y promueva el bien común de manera más profunda.

    Humildad en el poder: entender la falibilidad humana y la propensión al error, debe llevar a una mayor humildad en el ejercicio del poder, promoviendo la rendición de cuentas y la limitación del mismo para evitar abusos.

    Por desgracia, nuestra amada España se está convirtiendo, desgracidamente y a pasos agigantados, en un ejemplo de cómo una política que ignora la dimensión moral y espiritual del ser humano se convierte de manera inexorable en ineficaz para resolver los problemas más profundos de la sociedad. Pone tiritas a heridas que requieren de un tratamiento y, en muchas ocasiones, una cirugía mayor.

    Desde una perspectiva cristiana, la verdadera transformación social comienza con la transformación del corazón. Ésto no anula ni resta importancia a la necesidad de buenas políticas. Tan sólo les da un fundamento más sólido.

    Sólo cuando el servicio, la verdad, la justicia y la compasión arraigan en el corazón de los individuos –líderes y ciudadanos por igual–, la política puede verdaderamente convertirse en una herramienta efectiva para la construcción de una sociedad más justa, humana y armoniosa. Es un llamado a que la política no sólo se ocupe de lo que la gente tiene, sino también de lo que la gente es.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • LA IMPORTANTE RELEVANCIA DE TENER (BUENA) MEMORIA

    24/06/2025

    Santander

    A todos nos suena. Juntamente con «corrupción», «mordidas», «escándalo», «comisiones», «contratos» y un larguísimo etcétera, la expresión «memoria histórica» está, como diría aquella famosa modelo, «en el candelabro» desde hace ya algunos años. O lo que viene siendo lo mismo, «está de moda«. Pero, desgraciadamente, en esta España nuestra, tan igualitaria, tan solidaria, tan inclusiva, tan comprensiva, tan dada al consenso y el cierre de las heridas, tan dada a perdonar y dar segundas, terceras o decimoquintas oportunidades a diestro y siniestro, y que jamás ha estado tan dividida, tan enfrentada, tan convulsionada, jamás ha sido tan olvidadiza y tan desmemoriada, la expresión «memoria histórica» sirve, una vez más, y ya viene siendo habitual en este nuestro Gobierno actual, de arma arrojadiza a la menor ocasión, dejando a la altura del mismísimo betún la bíblica sentencia «dejad que los muertos entierren a sus muertos» (Lc. 9, 60).

    La guerra civil española dejó un país devastado. Ciudades en ruinas, infraestructuras destruidas, una economía desarticulada… Pero sobre todo, y por encima de todo, dejó una profunda cicatriz social y moral. Familias destruidas, hermanos combatiendo contra hermanos, padres contra hijos, abuelos contra nieto, vecinos contra vecinos… Sin embargo, cuando la tormenta pasó, cuando los escombros, el hambre, la más absoluta necesidad asoló nuestro país, justo en medio de esa desolación, hubo incontables hombres y mujeres que, con su esfuerzo, dedicación y sacrificio, se embarcaron en la monumental tarea de reconstruir España. Sin ideologías, sin colores, sin banderas ni escalas sociales… Únicamente porque era lo que había que hacer: remangarse, doblar la espalda, arrimar el hombro… y renacer.

    Reconocer esta realidad objetiva no es meramente un ejercicio de memoria histórica, sino una reafirmación de un conjunto de valores fundamentales, la constatación de que la búsqueda y la lucha por el bien común siempre suma, siempre gana, nunca resta ni pierde, y, sobre todo, una lección vital para nuestro presente y nuestro futuro.

    ¿Quiénes fueron estos constructores?

    Fueron de todas las ideologías, aunque el discurso oficial de la época tendiera a invisibilizar a muchos. Fueron ingenieros, arquitectos, obreros, agricultores, maestros, pescadores, ganaderos, mineros, soldadores, marinos, amas de casa, funcionarios, voluntarios… Algunos lo hicieron desde posiciones de poder y dirección, otros desde el anonimato del trabajo diario, bajo condiciones a menudo extremadamente duras y con salarios ínfimos.

    • Los ingenieros y arquitectos que planificaron la reconstrucción de ciudades enteras, puentes, carreteras y vías férreas.
    • Los obreros y campesinos que, con sus propias manos, removieron escombros, levantaron muros, sembraron campos y repararon infraestructuras vitales.
    • Las mujeres que, en un país con una gran parte de su población masculina diezmada, encarcelada o exiliada, asumieron roles fundamentales en el sostenimiento de las familias y en la economía agraria e industrial.
    • Los maestros y educadores que, en medio de la precariedad, intentaron mantener viva la llama del conocimiento y la esperanza para las nuevas generaciones.
    • Los empresarios y emprendedores (dentro del contexto de la dictadura) que, con recursos limitados, impulsaron la reactivación económica.

    ¿Qué lección nos enseña el reconocer su labor?

    1. Es un acto de justicia histórica y dignidad: hacia quienes vivieron y trabajaron en condiciones de extrema dificultad. Reconocer su esfuerzo es dignificar sus vidas y su legado, a menudo ensombrecido por la polarización política de la época. Muchos de ellos no vieron los frutos plenos de su labor en vida. Fueron nuestros abuelos, nuestros tíos, nuestros padres…
    2. Supone poner en valor el esfuerzo y la resiliencia: su memoria es un testimonio de la increíble capacidad humana para la resiliencia y el esfuerzo colectivo frente a la adversidad más profunda. No recuerda que, incluso después de un desastre, es posible levantarse y reconstruir, ladrillo a ladrillo, con tenacidad y visión.
    3. Entender cuál es la base de nuestro presente: la España que conocemos hoy, con sus infraestructuras, sus ciudades y parte de su estructura económica y social, se asienta sobre los cimientos que estas generaciones construyeron. Ignorar su trabajo es desconocer nuestra propia historia y la base material de nuestro bienestar actual.
    4. Servir de inspiración para el futuro: para un país que enfrenta nuevos desafíos (económicos, sociales, ambientales), la historia de la posguerra nos ofrece una poderosa lección de que, a través del trabajo duro, la unidad (aunque impuesta en aquel momento) en la tarea productiva y la dedicación, se pueden superar grandes obstáculos. Nos inspira a la perseverancia y a la constancia ante las dificultades.
    5. Es la raíz de la memoria colectiva y de la reconciliación: reconocer este trabajo también contribuye a una memoria colectiva más completa y menos polarizada. Al centrarse en el acto constructivo y el esfuerzo compartido (más allá de las heridas ideológicas que tardarían décadas en sanar y, que aún hoy, no terminan de hacerlo), se puede fomentar una visión que valora la capacidad del pueblo español para sobreponerse y mirar hacia adelante.

    La reconstrucción de España tras la guerra civil fue un acto de resiliencia nacional. No fue un proceso idílico. Estuvo marcado por la represión, la falta de libertades y la escasez, pero la tarea física y material fue llevada a cabo por personas que se levantaron cada día para construir.

    Recordar y honrar a aquellos que reconstruyeron España es un deber moral. Es una forma de agradecer un legado tangible y de reconocer la inquebrantable voluntad de un pueblo que, a pesar de sus tragedias, siempre ha sabido levantarse y construir su futuro. Su esfuerzo es parte fundamental de nuestra identidad colectiva y un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el trabajo y la esperanza pueden pavimentar el camino hacia una nueva era.

    José Luis Tendero Ferrer

    Presidente Valores Cantabria

  • ¿POR QUÉ VALORES ES CADA VEZ MÁS NECESARIO?

    23/06/2025
    Santander

    ¿POR QUÉ VALORES ES CADA VEZ MÁS NECESARIO?

    Vivimos un panorama político y social marcado por la polarización, la hipocresía y la desconfianza. Panorama en el cual es crucial reflexionar sobre la importancia de los valores cristianos como un pilar fundamental para la política y el desarrollo social actual. Lejos de abogar por una teocracia o por la imposición de una religión o creencia específica, se trata de reconocer que existen ciertos principios y valores que se encuentran arraigados en la tradición cristiana y que pueden, y de hecho así lo hacen, ofrecer una brújula moral y ética indispensable para un gobierno justo y una sociedad próspera.

    Los valores cristianos no son exclusivos de los creyentes, sino que muchos de ellos son universales y encuentran eco en diversas filosofías y culturas. Conceptos como la dignidad de la persona humana, la justicia social, la solidaridad, el bien común, la verdad, la honestidad, la compasión y el servicio son, en esencia, inherentes al ser humano de bien. Cuando estos valores se conforman dentro de la acción política, se genera un ambiente propicio para el desarrollo integral de la sociedad.

    Consideremos cómo se manifiestan estos valores en la práctica:

    Dignidad del ser humano: en el corazón del mensaje cristiano está la creencia de que cada individuo es creado a imagen y semejanza de Dios, poseyendo un valor intrínseco e inalienable. En política, esto se traduce en la defensa de los derechos humanos fundamentales, la protección de los más vulnerables (niños, ancianos, enfermos, migrantes) y la promoción de políticas que permitan a cada persona alcanzar su pleno potencial, independientemente de su origen o condición.

    Justicia social y solidaridad: la tradición cristiana aboga por una «opción preferencial por los pobres», no como favoritismo, sino como un llamado a asegurar que nadie quede atrás. Esto implica necesariamente luchar contra la desigualdad, promover una distribución equitativa de los recursos, garantizar el acceso a servicios básicos como la salud y la educación, y crear oportunidades de desarrollo para todos. La solidaridad nos impulsa a ver al «otro» como un hermano o hermana, y a construir comunidades donde todos se apoyen mutuamente.

    Bien común: la política, en su esencia, debería buscar el bien de toda la comunidad, no solo el de una facción o un interés particular. Los valores cristianos refuerzan esta visión, invitando a los líderes a trascender las agendas partidistas y a trabajar por lo que es verdaderamente beneficioso para todos los ciudadanos. Esto requiere diálogo, consenso y una mirada a largo plazo.

    Verdad y honestidad: la hipocresía y la corrupción, tan presentes en la política, son contrarias a los principios cristianos. La verdad es un valor fundamental que exige transparencia en la gestión pública, rendición de cuentas y una comunicación honesta con la ciudadanía. La honestidad implica integridad personal y un rechazo firme a cualquier forma de abuso de poder o enriquecimiento ilícito.

    Compasión y servicio: Jesús enseñó que el verdadero liderazgo se encuentra en el servicio (Marcos 10:45). La compasión hacia los que sufren y la disposición a servir desinteresadamente deberían ser los motores de la acción política. Esto contrasta con la búsqueda de poder por el poder mismo, o con el uso de cargos públicos para fines egoístas.

    Cuando los valores cristianos se diluyen o se ignoran en la esfera política, el resultado es predecible: una política deshumanizada, donde prevalecen los intereses individuales sobre el colectivo, la mentira sobre la verdad, y la confrontación sobre el diálogo. Los escándalos de corrupción, la polarización extrema y la falta de soluciones efectivas a los problemas reales de la gente son, en gran medida, síntomas de esta carencia de principios éticos sólidos.

    Por lo tanto, la importancia de los valores cristianos en la política actual radica en su capacidad para:

    Humanizar la política: recordar que el centro de toda acción política debe ser la persona humana.

    Construir puentes: fomentar el diálogo, el respeto y la búsqueda de consensos sobre intereses partidistas.

    Combatir la corrupción: promover la transparencia, la integridad y la rendición de cuentas como pilares de la gestión pública.

    Inspirar el servicio: motivar a los líderes a actuar por el bien común y no por ambiciones personales.

    Generar esperanza: Ofrecer una visión de una sociedad más justa y solidaria, donde la ética guíe las decisiones.

    No se trata de imponer dogmas religiosos, sino de reconocer que estos valores, que han moldeado la civilización occidental, son esenciales para el buen gobierno y para la construcción de una sociedad donde prevalezcan la justicia, la libertad y la dignidad. La política actual necesita urgentemente de una revitalización ética, y los valores cristianos ofrecen una fuente rica y profunda para esta renovación.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • SOBRE FEIJOÓ, SÁNCHEZ Y SUS «VALORES»

    19/06/2025
    Santander

    La hipocresía política es un fenómeno que, lamentablemente, observamos con frecuencia en el panorama actual. Se manifiesta cuando aquellos que ostentan el poder o aspiran a él proclaman principios y valores elevados, pero sus acciones demuestran una clara falta de coherencia y ética. Esta dicotomía entre el discurso y la práctica es un síntoma alarmante de la erosión de los valores fundamentales y la penetración de la corrupción en la vida pública.

    En esencia, la hipocresía política es la doble moral aplicada al ámbito del gobierno y la gestión pública. Se predica austeridad mientras se gasta sin medida; se defiende la transparencia mientras se oculta información crucial; se aboga por la justicia social mientras se benefician intereses particulares. Esta disonancia no sólo genera desconfianza y cinismo entre la ciudadanía, sino que también socava los cimientos mismos de la democracia y la convivencia social.

    La raíz de esta hipocresía a menudo reside en una profunda falta de valores. Cuando el servicio público deja de ser un llamado a la responsabilidad y se convierte en una vía para el enriquecimiento personal o la acumulación de poder, los valores como la honestidad, la integridad, la equidad y la solidaridad se desvanecen. Los principios se convierten en meras herramientas retóricas para ganar el favor popular, vacías de significado. La ética, en lugar de ser una guía interna, se convierte en una fachada externa fácil de manipular.

    Esta ausencia de un marco ético sólido abre la puerta de par en par a la corrupción. La corrupción no es sólo el soborno o el desfalco; es cualquier abuso de poder para beneficio privado. Cuando toleramos la hipocresía, sembramos un terreno fértil para que florezcan prácticas corruptas. La manipulación de las leyes, la creación de redes de favoritismo y el desvío de recursos públicos, son sólo algunos de los ejemplos que sufre la ciudadanía, mientras la clase política mantiene un discurso impoluto. Cuando la corrupción se vuelve sistémica, se pierde la fe en las instituciones. Algo falla en el sistema, no alguien.

    Las consecuencias de esta manera de actuar son devastadoras:

    Desafección ciudadana: La gente se siente traicionada y engañada, lo que lleva a una baja participación política, al abstencionismo y al surgimiento de movimientos antisistema.


    Debilitamiento de la democracia: Si los líderes no son percibidos como íntegros, la legitimidad de las decisiones políticas se ve comprometida, y la democracia se vacía de contenido.


    Pérdida de la confianza: La sociedad deja de confiar no sólo en los políticos, sino también en las instituciones y, en última instancia, en la capacidad del sistema para resolver sus problemas.


    Injusticia social: La corrupción y la falta de valores dirigen los recursos hacia unos pocos, perpetuando la desigualdad y frenando el desarrollo social y económico.

    Frente a este panorama, es fundamental la exigencia de coherencia y ética por parte de la sociedad. Es un llamado a la vigilancia ciudadana, al fortalecimiento de los mecanismos de control y rendición de cuentas, y a la promoción de una cultura de integridad desde la educación hasta la vida pública, una cultura que únicamente es posible cuando los VALORES forman parte del ADN de la clase política. Combatir la hipocresía política no es sólo una cuestión de denunciar la corrupción, sino de reafirmar esos VALORES que deben guiar la acción política: honestidad, servicio, transparencia y un compromiso genuino con el bien común.

    Sólo cuando la política se alinee con estos principios éticos, y cuando la verdad prevalezca sobre la doblez, podremos empezar a construir sociedades más justas, equitativas y confiables.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • VALORES CANTABRIA EXIGE LA DIMISIÓN DEL CONSEJERO DE SANIDAD DEL GOBIERNO DE CANTABRIA, DON CÉSAR PASCUAL

    06/06/2025
    Santander

    Tras los recientes acontecimientos que se han producido en nuestra comunidad autónoma relacionados con el cada vez más grave estado de la prestación sanitaria en los centros de salud y hospitales de Cantabria, y tras comprobar la cada vez más evidente incapacidad de reacción de la Consejería de Sanidad en general, y del titular dentro del Gobierno de Cantabria, Don César Pascual, y ante el temor más que palpable y evidente de que esta desgraciada situación se agrave con la llegada de la temporada estival, VALORES Cantabria desea alzar la voz en representación de los cántabros y cántabras y hacer la siguiente declaración oficial:

    1) Porque entemos que la Sanidad es un derecho constitucional, humano y universal, protegido en España por el Art. 42 de la Constitución Española, y cuyo ejercicio está regulado por la Ley 14/1986.
    2) Porque entendemos que desde la Consejería de Sanidad del Gobierno de Cantabria, tanto el derecho constitucional de los ciudadanos, como la Ley que regula su ejercicio están siendo sistemáticamente vulnerados e incumplidos.
    3) Porque de igual modo que asumimos que la deficiente situación de la gestión y la atención sanitaria en Cantabria se deriva de la inoperancia, que no incompetencia, de gobiernos anteriores, tambíen asumimos que la actual Administración Autonómica y el actual Consejero de Sanidad son realmente incapaces no solamente de tratar los síntomas de esta enfermedad, sino de tratar su orígen y tratarla de manera adecuada, eficaz y eficiente, por utilizar terminología médica.
    4) Porque Cantabria se encuentra a las puertas de la temporada de vacaciones de verano, y la previsión de cobertura de la asistencia sanitaria es realmente preocupante.
    5) Porque entendemos que las respuestas que se han dado desde la Administración Autonómica y la Consería a las constantes demandas de los colectivos afectados, tanto profesionales de diversas categorías y niveles como usuarios, no están siendo atendidas de la manera que se espera y, lo que es aún más grave, no están siendo consideradas según su gravedad. La falta de médicos, enfermeras, personal administrativo, los consultorios cerrados, en mal estado de conservación, sin atención sanitaria permanente, las interminables listas de espera… Son solamente algunos de los ejemplos representativos de la gravedad de la situación de la sanidad en Cantabria.

    Por estas razones, que son de conocimiento público, VALORES Cantabria exige públicamente que:
    1) Desde la Consejería de Sanidad se presente y se haga público un plan de acción urgente y de aplicación inmediata que garantice una atención sanitaria suficiente y de calidad durante la temporada de verano.
    2) Que se plantee un plan de monitorización y seguimiento de dicho documento.
    3) Que se diseñe un plan de intervención inmediata orientado a paliar y tratar las graves carencias del sistema de sanidad de la Comunidad Autónoma de Cantabria, en conjunto con las asociaciones de personal sanitario y de pacientes y usuarios del sistema cántabro de salud, así como un plan para su seguimiento y monitorización.
    3) Que el Consejero de Sanidad, Don César Pascual Fernández presente su dimisión y que desde el Gobierno de Cantabria se elija a una persona con la formación, experiencia y capacidad profesional y personal suficiente como para asumir la gestión de la atención sanitaria en nuestra comunidad autónoma.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • MANIFIESTO DE VALORES CANTABRIA EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA FAMILIA 2025

    Santander, a 14 de Mayo de 2025

    Desde que fuera instituido en el año 1994, el 15 de Mayo se celebra el Día internacional de la Familia. Esta conmemoración es la ocasión propicia para promover la concienciación y un mejor conocimiento de los procesos sociales, económicos y demográficos que afectan a lo que es, y debe seguir siendo, el pilar fundamental de toda sociedad.

    Este manifiesto de Valores, y Valores Cantabria, pone de relieve nuestra determinación en el apoyo y defensa de las familias en todos los ámbitos, máxime en el contexto social que vivimos en los ultimos años, donde la familia, como institución, está sufriendo una persecución atroz.

    Este año, es nuestro deseo enfatizar la trascendental relevancia que tiene para los progenitores de la familia su relación con el trabajo. Del esfuerzo y el sacrificio que tanto padres como madres realizan cada día para asegurar el sustento del hogar, los hijos aprenden el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo.
    En nuestra época actual, en la que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente cuestión social y el desempleo, o la precariedad laboral, alcanza a veces niveles preocupantes, aún en aquellas naciones en las que durante décadas se ha experimentado un cierto bienestar, se hace necesario, con una conciencia renovada, comprender el significado del trabajo que da dignidad.
    El trabajo es y será siempre una oportunidad para desarrollar las propias potencialidades y cualidades, poniéndolas al servicio de la sociedad y de la familia, una ocasión de realización no sólo para uno mismo, sino sobre todo para ese núcleo original de la sociedad que representa el hogar, la familia. Una familia que carece de trabajo y de recursos está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución. En España, donde casi 3 millones de personas trabajadoras se encuentran en situación de pobreza, desde Valores nos preguntamos: ¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno?
    La persona que trabaja, cualquiera que sea su tarea, se convierte un poco en creador del mundo que nos rodea. La crisis de nuestro tiempo, que es una crisis económica, social, cultural y espiritual, puede representar para todos un llamado a redescubrir el significado, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva “normalidad” en la que nadie quede excluido. La pérdida de trabajo que afecta a tantas personas y familias, que ha aumentado en los últimos tiempos debido a las grandes crisis en las que nos encontramos inmersos, debe ser una llamada a revisar nuestras prioridades.

    Las políticas de tutela paternalista para desempleados, que en muchos casos, no siempre, pero sí más a menudo de lo que pensamos, carecen de ánimo y voluntad para incorporarse al mercado laboral, son un error y una carga para el resto de la sociedad. La solidaridad y el apoyo al desempleo, son siempre necesarios y loables, pero nunca deben estar reñidos con un proceder justo ni con unas políticas que vayan orientadas a evitar la cronificación de un mal endémico, ni su perpetuación en el tiempo. Es imperativo revisar las política tanto de ayuda al desempleo, como de fomento y desarrollo del empleo, la formación y la reincorporación al mercado laboral.

    En los Estatutos fundacionales de Valores, se indica:

    «El trabajo es un derecho, un bien que dignifica al ser humano y debe, por tanto, ser tutelado por el Estado en lo que atañe a la ayuda y promoción en la búsqueda de empleo.»

    Este es nuestro compromiso: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!
    FELIZ DÍA INTERNACIONAL DE LA FAMILIA.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • VALORES CANTABRIA SOLICITA AL DEFENSOR DEL PUEBLO SU MEDIACIÓN ANTE LA SITUACIÓN DEL SERVICIO CÁNTABRO DE SALUD

    En un escrito remitido en el día de ayer, 25 de Abril, ante el Registro de la oficina del Defensor del Pueblo, la formación política Valores Cantabria ha solicitado a través de su presidente, José Luis Tendero, la mediación por parte de esta institución ante lo que se ha considerado una “situación de preocupante abandono y degeneración que la atención sanitaria está sufriendo en Cantabria”. 

    El representante en Cantabria de la formación que preside a nivel nacional Alfonso Galdón, ha puesto en conocimiento de Don Ángel Gabilondo, Defensor del Pueblo, las condiciones que se están viviendo no solamente en los centros de salud de la región, sino también de los propios centros hospitalarios. La ausencia de médicos, las condiciones de mantenimiento de muchos centros de salud, el abandono de las zonas rurales, la pérdida de especialistas en centros hospitalarios o las dificultades que se encuentran éstos para acceder a viviendas en alquiler de larga estancia han sido algunos de los ejemplos que se han empleado para ilustrar lo que Tendero ha denominado “la cruda realidad” que viven los ciudadanos de Cantabria, frente a “titulares populistas que dibujan una tierra de Oz” alejada del dia a día de los ciudadanos. 

    José Luis Tendero ha recordado en su escrito que Cantabria recibe “el equivalente al 57% de su población en turistas de otras regiones del estado” durante el año y, muy especialmente, en épocas de vacaciones, reconociendo como “literalmente imposible asumir el incremento de la demanda de atención sanitaria”. 

    También se ha recordado que hospitales comarcales, como el de Laredo, ha pasado de 37 a 18 médicos en tan sólo tres meses, a fecha de Marzo de 2025, y que ha perdido a la mitad de los traumatólogos que tenía en plantilla.

    Finalmente, Tendero ha valorado esta situación como una vulneración del Artículo 43 de la Constitución, que reconoce el derecho a la protección de la salud, así como de la Ley 14/1986 que regula el ejercicio de este derecho,  procurando altos niveles de calidad, debidamente evaluados y controlados. “Entendemos que estos derechos están siendo vulnerados por una Administración que, aparentemente, hace oídos sordos a las constantes reclamaciones y llamadas de atención  que desde la propia ciudadanía se están realizando”, termina Tendero en su escrito. 

    José Luis Tendero Ferrer

    Presidente Valores Cantabria. 

  • COMUNICADO OFICIAL VALORES CANTABRIA

    Santander, a 31 de Marzo de 2025

    En relación con los terribles acontecimientos acontecidos en el IES Leonardo Torres de Quevedo de Santander, relacionados con situaciones de agresión y acoso escolar de varios alumnos menores de edad hacia un compañero suyo con parálisis cerebral, así como los hechos que ha tenido lugar en los días posteriores a que saliera a la luz en un reconocido programa de televisión, a pesar de haber sido denunciados ante las autoridades competentes, desde Valores Cantabria se desea hacer la siguiente declaración oficial, a saber:

    1. Mostramos nuestro total, contundente e incondicional apoyo y solidaridad al pequeño Antonio y su familia, y nos ponemos a su disposición para todo aquello en lo que buenamente podamos aportar y ayudar para hacer frente a esta intolerable situación. 
    2. Por extensión, mostramos nuestro total, contundente e incondicional apoyo a todas y cada una de las decenas de víctimas de acoso escolar que, casi diariamente, sufren en silencio en los centros educativos de toda Cantabria toda clase de insultos, vejaciones, agresiones, desprecios y abusos, ante el silencio cómplice de una administración que se escuda bajo el consabido “son cosas de chavales”, el repetitivo “a esa edad se hacen muchas tonterías” o “son sólo llamadas de atención”. 
    3. El abuso, las agresiones físicas, psicológicas, sexuales, los insultos, los menosprecios, no son ni deben ser considerados en ningún caso como “chiquillerías”. Deben ser tratados como lo que son, agresiones en toda regla. Las víctimas deben ser protegidas, y los agresores deben ser castigados en base a la legislación vigente y de acuerdo a la gravedad de los delitos cometidos. 
    4. Los protocolos de acoso escolar sirven por un lado para tratar los casos de acoso, pero, y muy principalmente, para PREVENIR y EVITAR situaciones de acoso en las aulas. No se puede pensar que con dar “charlas orientativas” se va a solucionar un problema que lejos de reducirse, va en aumento, ya que los agresores son plenamente conscientes de que las consecuencias recibidas no son proporcionales al daño causado. 
    5. En ningún caso es de recibo entender que una víctima de cualquier tipo de acoso deba seguir compartiendo aula o centro educativo con sus agresores. Es inaudito entender que eso es algo “normal”. 
    6. Las familias dejan en manos del sistema educativo no solamente la educación de sus hijos, sino también su bienestar, su protección y cuidado en tanto en cuanto éstos se encuentran dentro del centro escolar o en el desarrollo de sus actividades. Un sistema educativo que calla o hace oídos sordos y ojos ciegos ante las injusticias que sufren los menores víctimas de situaciones de acoso y agresión escolar es tanto o más culpable que los propios agresores, en tanto en cuanto está cometiendo un delito de omisión de socorro que puede tener muy graves consecuencias. El fariseísmo y la hipocresía que, comenzando por la Consejería de Educación y la Presidencia del Gobierno de Cantabria, siguiendo por todo el Parlamento de Cantabria, y terminando por la propia comunidad educativa, quienes no han movido un solo dedo hasta que una valiente madre ha alzado la voz en una televisión a nivel nacional, han demostrado, no es más que el reflejo de lo mucho que se toman en serio los “problemas reales de la ciudadanía”, y un ejemplo más de la más que notable pérdida de valores y principios que se está viviendo no solamente en la sociedad en general, sino en todos y cada uno de los estamentos sociales y políticos que la rigen. 
    7. Exigimos a Don Sergio Silva, Consejero de Educación del Gobierno de Cantabria, a quien consideramos responsable último y máximo de la seguridad de los niños y niñas que se encuentran dentro del sistema educativo, tome de manera inmediata las medidas oportunas para investigar TODOS y CADA UNO de los casos de agresión, abuso y acoso que se han denunciado en los diferentes centros educativos de Cantabria y revise los protocolos de actuación que deben implementarse en estos casos para proteger a las víctimas, no para “quitar hierro” a los perpetradores. 

    A la familia del pequeño Antonio, y a todas las familias de menores víctimas de agresión y acoso, todo nuestro apoyo y nuestras oraciones. Estamos con vosotros y nunca os abandonaremos. 

    José Luis Tendero Ferrer

                                 Presidente de Valores Cantabria. 

  • VALORES CANTABRIA REFLEXIONA SOBRE LOS PROYECTOS DE PARQUES EÓLICOS PROYECTADOS EN LA ZONA ORIENTAL DE CANTABRIA.

    Santander, a 12 de Marzo de 2025. 

    104 millones de euros. Esa es la inversión prevista que la compañia Green Devco Energy, a través de cuatro sociedades distintas, pretende realizar en Cantabria con la construcción de 4 parques eólicos en diferentes zonas de la parte oriental de la comunidad, que incluirán, entre otras cosas, levantar 20 molinos de viento en las zonas de los municipios de Hazas, Cicero, Voto y Ruesga.

    El anuncio hecho público en los últimos días ha hecho que los vecinos de dichos municipios, y de los municipios colindantes, se preocupen ante las posibles consecuencias que pueda tener para su vivir diario la ejecución de estos proyectos. 

    Al igual que hiciera en el artículo sobre la planta de biogás de Hazas de Cesto, el presidente de Valores Cantabria, José Luis Tendero, gestor de proyectos de consultoría normativa y legal y auditor de eficiencia energética,  desea poder dar un poco de luz ante tanta incertidumbre, haciendo las siguientes consideraciones al respecto. 

    Lo primero que deben saber nuestros convecinos es que un parque eólico es, en sí mismo,  una central eléctrica. Esta central genera electricidad aprovechando la fuerza del viento a través de unas turbinas eólicas que usan el flujo de aire. La energía eólica se convierte en energía eléctrica mientras la planta se encuentra bajo los efectos del viento. 

    Una planta eólica normal y corriente consta de varias turbinas colocadas sobre unas torres que pueden llegar a medir hasta 260 metros de altura, y cuyos rotores pueden rondar entre los 80 y 220 metros de diámetro. Estas torres suelen estar levantadas en zonas elevadas, montañosas, entre colinas o valles, o en alguna hondonada. 

    Como toda construcción de estas características, un parque eólico cuenta con ventajas, y con muchas desventajas. 

    Dependiendo de su capacidad y tamaño, los parques pueden suministrar hasta el 100% de la demanda de electricidad de una región, con una fuente de energía limpia, renovable y que no genera emisiones. 

    Por contra, hay un elemento fundamental que hace que los parques eólicos sean impredecibles: el viento. Dependen íntegramente de que haya viento. Si no hay viento, o éste es insuficiente, no puede producir energía de manera constante y se depende de los sistemas de almacenamiento de energía

    Es una energía barata, ya que su “combustible” principal, el viento, es gratuito. Sin embargo, tanto su puesta en funcionamiento, como su mantenimiento periódico, tienen unos elevados costes y requieren de un “músculo financiero” considerable. 

    Esto hace, por otro lado, que la rentabilidad de un parque eólico no esté garantizada, ya que, adicionalmente a lo citado, si el coste de la tarifa fija de alimentación de la planta es inferior al precio de mercado, el parque resultará siempre deficitario en términos económicos. 

    La vida útil de un aerogenerador puede rondar entre los 25 y los 40 años, y si bien las nuevas generaciones han mejorado el impacto del funcionamiento de los rotores, la contaminación acústica de los parques eólicos es uno de los grandes problemas que generan en las poblaciones cercanas a los parques. 

    Si bien los parques eólicos se presentan como unas plantas respetuosas con el medio ambiente, hay un elemento sobre el cual tienen un impacto de considerable relevancia: la fauna. Cualquier especie animal voladora tiene poca, o casi ninguna, posibilidad de sobrevivir cuando recibe el impacto directo de una pala giratoria de un aerogenerador. Se calcula que entre 150.000 y 500.000 aves mueren cada año a causa de las turbinas eólicas

    Otro de los impactos medioambientales que puede suponer un parque eólico está íntimamente relacionado con la necesidad de realizar talas de árboles para poder instalar las torres y sistemas de almacenamiento, así como hacer el tendido de las líneas eléctricas, o bien tener que preparar terrenos para su construcción, por no hablar del constante trasiego de vehículos durante las obras, y posteriormente durante su mantenimiento. 

    Algunas instituciones públicas como ayuntamientos o consejerías, alegan como una notable ventaja que los parques eólicos pueden suponer una fuente de ingresos para la zona, ya que suelen producirse abonos en concepto del excedente de energía producido. No obstante. Del mismo modo, suele alegarse también que los parques son una fuente considerable de empleo en la zona. 

    En ambos casos, estas alegaciones pueden calificarse de “relativas”, ya que por un lado no existe una garantía demostrable de que se vaya a alcanzar la cantidad de energía planificada, ni mucho menos excederla, debido precisamente a la incertidumbre de su propio funcionamiento, y por otro lado el perfil de trabajador que se requiere tanto para la construcción del parque como para su mantenimiento es extremadamente específico y cualificado. Si bien es cierto que en lo últimos años se han abiertos numerosas oportunidades formativas en el ámbito de las energías renovables, también es cierto que uno no tira una piedra en cualquier dirección y topa con 10 especialistas en instalación y mantenimiento de parques eólicos. 

    Una vez más, nos encontramos ante un recurso para obtener una energía eléctrica aparentemente respetuoso y cuidadoso con el medio ambiente y el entorno rural, pero que plantea numerosos y relevantes interrogantes tanto por su efectividad real, como por la inversión que requiere su construcción, su mantenimiento, y el impacto medio ambiental y psicosocial que puede tener, y que de hecho tiene, no solamente en propio medio ambiente, sino en los núcleos poblacionales que haya a su alrededor, su flora, su fauna, y sus vecinos. 

    Desde Valores Cantabria nos vemos en la obligación de recordar, una vez más, que nuestros campos, nuestros montes, nuestros pueblos y nuestras gentes no pueden ser utilizados como moneda de cambio en negociaciones empresariales de cuestionable moralidad, donde bajo la apariencia de luchar contra el reto climatológico al que se enfrenta nuestra sociedad, se pongan en riesgo tanto nuestro presente como nuestro futuro. 

    José Luis Tendero Ferrer

    Presidente Valores Cantabria.