Categoría: Cantabria

  • ¡ARDE, PALENCIA!

    18/08/2025
    Santander

    Los incendios forestales que están devastando la provincia de Palencia no son sólo una catástrofe natural, sino una (nueva) trágica manifestación de la falta de organización y coordinación entre las administraciones públicas en España. Mientras las llamas consumen diariamente hectáreas de bosque y, lo que es peor, siguen poniendo en jaque vidas humanas y, de paso, llevándose alguna por el camino, la sociedad es testigo, una vez más, de un lamentable, bochornoso y embarazoso espectáculo político: el juego de culpas, en este caso entre el gobierno autonómico de Castilla y León y el gobierno central. Este comportamiento, más propio de niños de guardería que de representantes políticos de la ciudadanía española, lejos de ofrecer soluciones, no hace sino agravar una crisis institucional, ética, moral y social, desviando la atención, como ocurre por desgracia habitualmente, de aquello que es en verdad relevante.

    Cuando se produce una situación de emergencia nacional, la prioridad absoluta debería ser la protección de la ciudadanía y, en el caso de los incendios de Palencia, la extinción del fuego. Sin embargo, en lugar de un frente común, contemplamos a cómo nuestros líderes políticos se dedican a pasarse la pelota los unos a los otros como cuando de niños jugábamos a «balón quemado«, tratando de evitar que la pelota de la responsabilidad de la gestión y de la prevención les dé de lleno, no vaya a ser que haya que asumir algún tipo de responsabilidad o, lo que sería peor, no vaya a ser que partidos de distintos colores tengan que trabajar juntos por un bien común y pierdan votos entre sus simpatizantes. Al igual que hace un año ocurrió con la tragedia de la DANA en la Comunidad Valenciana, y la provincia de Albacete, entre otras, mientras Palencia arde se discute quién activó la alerta, quién llegó tarde o quién tiene la responsabilidad legal… Y tras los focos, en silencio, sin quejarse, y poniendo su vida en juego día a tras día, los equipos de bomberos, las brigadas forestales y la Unidad Militar de Emergencias (UME) están en primera línea de batalla, haciendo lo que tienen que hacer: su trabajo sobre el terreno. Esta actitud no solo es irresponsable, sino que denota una profunda falta de liderazgo y empatía. La vida humana no puede ser objeto de disputa partidista. La sociedad no pide excusas ni repartos de culpa: exige acción coordinada, eficacia y soluciones.

    En medio de esta desorganización política, es vital destacar el trabajo heroico y desinteresado de los equipos de extinción y ayuda humanitaria. Los bomberos, los agentes medioambientales y la UME están demostrado, una vez más, una profesionalidad, una valentía y una dedicación extraordinarias. Son los verdaderos héroes de esta historia, los que luchan sin importar el color político del uniforme o la bandera que les ha tocado defender.

    Asímismo, y como no podía ser de otra manera, la respuesta de la ciudadanía está siendo un faro de esperanza. La solidaridad ha florecido entre los pueblos afectados y entre quienes, desde fuera, se han movilizado para ofrecer ayuda, recursos y apoyo. España ha demostrado, como siempre, que su cohesión y su capacidad de respuesta son mucho mayores que las de sus líderes políticos.

    Esta tragedia nos obliga a una profunda reflexión política. ¿Por qué en un país tan avanzado como España, con recursos y tecnología, no existe un protocolo de emergencia único y eficaz que trascienda las fronteras autonómicas? La descoordinación es un problema sistémico que debe ser abordado con seriedad, y no con retórica.

    En el futuro, la política debe dejar de lado las trincheras ideológicas para construir un verdadero sistema nacional de prevención y extinción de incendios. Esto implica una planificación a largo plazo, que no sólo se centre en la respuesta, sino en la gestión forestal, la prevención y la inversión en los equipos humanos y materiales. La coordinación entre los gobiernos autonómicos y el Estado no debe ser opcional, sino un imperativo.

    En definitiva, los incendios de Palencia son un doloroso recordatorio de que, en política, el bienestar de la gente debe estar siempre por encima de cualquier interés partidista. El debate político no puede ser una cortina de humo que tape las carencias de gestión. Honrar a las víctimas y a los héroes de esta tragedia significa aprender de los errores y comprometernos a construir un sistema que garantice que nunca más la descoordinación política ponga en riesgo la vida de nadie.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • BUENAVISTA DE VALDAVIA Y VALORES RINDEN HOMENAJE A LAS FUERZAS ARMADAS Y LA U.M.E

    14/08/2025
    Santander

    El domingo 10 de Agosto, con motivo de la celebración de las fiestas de San Justo y Pastor, la localidad palentina de Buenavista de Valdavia rindió un sentido homenaje a las Fuerzas Armadas, reconociendo su labor y compromiso con el servicio y la defensa de España y de la sociedad española.

    Durante el acto, el presidente de Valores Cantabria, José Luis Tendero, y la presidenta de Valores Castilla y León, Sofía Muñoz, que también asistió al acto en representación de Valores, tuvieron un recordatorio especial para la Unidad Militar de Emergencias del Ejército Español, U.M.E, haciendo entrega de una placa grabada en cristal en agradecimiento por su actuación durante la tragedia de la DANA que asoló la Comunidad Valenciana, y afectó también a la provincia de Albacete y Murcia, entre otras, en Octubre de 2024.

    En su discurso de agradecimiento y homenaje a las Fuerzas Armadas y a la U.M.E, Tendero, recién nombrado Secretario Nacional de Territorial de Valores, destacó la labor de «una institución que encarna como pocas en este país el servicio y la entrega desinteresada».
    En un día en el que personalidades de diferentes ámbitos se dieron cita en la sede de la Asociación de Vecinos de Buenavista de Valdavia, se recordó que los hombres y mujeres del Ejército son testimonio de una «vida dedicada a servir a una sociedad y a un país» que recuerda a la ciudadanía «la profunda capacidad del ser humano para la solidaridad y para el amor al prójimo».
    «Vosotros no sois solamente soldados, no sois solamente militares.. Sois nuestros ángeles de la guarda«, sentenció.

    Al acto, en el que fueron homenajeados también distintas personalidades del ámbito asociativo y político, acudieron representantes del Ejército Español destinados en la Base Aérea de Villanubla que recogieron los distintos reconocimientos, alcades de diferentes municipios de Palencia y Cantabria, presidentes y miembros de distintas agrupaciones sociales de Castilla y León, y representantes de diferentes formaciones políticas.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • DEFENDIENDO LA SOBERANIA ALIMENTARIA: EUROPA Y EL PARTIDO POPULAR EUROPEO DEJAN EN JAQUE AL SECTOR PRIMARIO ESPAÑOL

    30/07/2025
    Santander

    La soberanía alimentaria es mucho más que la capacidad de un país para producir sus propios alimentos; es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas agrícolas y alimentarias, priorizando la producción local sostenible para alimentar a sus comunidades, con respeto por la diversidad cultural y ecológica. En España, un país con una rica tradición agrícola y ganadera, este concepto adquiere una relevancia fundamental en el actual contexto político y económico, especialmente ante las recientes decisiones a nivel europeo.

    Históricamente, España ha sido una potencia agroalimentaria, con un sector primario que no solo garantiza nuestro abastecimiento, sino que también vertebra el mundo rural, preserva el medio ambiente y contribuye significativamente a nuestra balanza comercial. Sin embargo, la Política Agraria Común (PAC), el instrumento clave de la Unión Europea para el sector, está siendo objeto de reformas y recortes que amenazan directamente esta soberanía y la viabilidad de nuestro campo.

    Recientemente, hemos asistido a propuestas de recortes significativos en el presupuesto de la PAC, que podrían oscilar entre un 15% y un 30% para el próximo marco financiero plurianual (2028-2034). Estas medidas, impulsadas en gran medida por la corriente de austeridad y reorientación presupuestaria que ha encontrado eco en el Partido Popular Europeo (PPE), tienen un impacto directo y preocupante en el sector agrícola y alimentario español:

    Reducción de ayudas directas: España es uno de los principales receptores de fondos de la PAC. Un recorte de esta magnitud significará menos ayudas directas para agricultores y ganaderos, especialmente para las explotaciones familiares y las pequeñas y medianas empresas agrarias, que son el motor de nuestro medio rural. Esto pone en riesgo su rentabilidad y su capacidad para invertir en sostenibilidad o innovación.

    Aumento de la dependencia exterior: al debilitar la producción local, estos recortes fomentan una mayor dependencia de las importaciones de alimentos de terceros países. Muchos de estos países tienen estándares de producción, laborales y ambientales mucho más laxos que los exigidos en la UE, lo que crea una competencia desleal y pone en riesgo la calidad y seguridad alimentaria de los consumidores europeos. Esto es un ataque directo a la soberanía alimentaria.

    Encubrimiento de la sostenibilidad: aunque se argumenta que los recortes buscan una mayor «eficiencia», la realidad es que pueden socavar los objetivos de sostenibilidad ambiental. Menos financiación significa menos capacidad para que los agricultores implementen prácticas más ecológicas o se adapten al cambio climático, contradiciendo los objetivos del Pacto Verde Europeo.

    Despoblación rural y relevo generacional: la falta de rentabilidad y las incertidumbres económicas empujan a muchos jóvenes a abandonar el campo, agravando el problema de la despoblación rural. Si el sector primario no es atractivo ni sostenible, el relevo generacional se vuelve inviable, poniendo en peligro no solo la producción de alimentos, sino también la custodia del territorio y el mantenimiento de paisajes culturales únicos.

    Presión sobre los precios para el consumidor: paradójicamente, el debilitamiento de la producción interna y la mayor dependencia de las importaciones pueden generar inestabilidad en los precios y, a la larga, un encarecimiento de la cesta de la compra para los consumidores españoles, ya que se reduce la capacidad de amortiguación de shocks externos y aumenta el poder de los grandes distribuidores e intermediarios.

    La posición del Partido Popular Europeo, aunque busca priorizar la competitividad y la defensa, en la práctica, parece sacrificar la agricultura y el desarrollo regional. Es un dilema político crucial: ¿Es la política agraria un mero subsidio o es una inversión estratégica en nuestra soberanía, en nuestra seguridad y en la cohesión territorial?

    Desde una perspectiva de soberanía alimentaria, la respuesta es clara: es una inversión estratégica. Una política agraria que garantice la producción local, justa y sostenible es un pilar de la autonomía nacional y regional. No podemos delegar nuestra alimentación en mercados volátiles o en productores que no respetan nuestros estándares éticos, sociales y ambientales.

    Para España, la defensa de la PAC y de una financiación adecuada para su sector primario es una cuestión de Estado. Implica exigir en Bruselas un presupuesto que reconozca el valor multifuncional de la agricultura, más allá de la mera producción de commodities. Significa también implementar políticas nacionales que complementen y fortalezcan al sector, desde el fomento del relevo generacional hasta la mejora de la cadena de valor para que los agricultores reciban un precio justo por su trabajo.

    En un mundo cada vez más interconectado y, a la vez, propenso a las crisis (pandemias, conflictos geopolíticos…), la soberanía alimentaria se revela como una cuestión de seguridad nacional. Depender excesivamente de terceros países para nuestra alimentación no sólo es económicamente arriesgado, sino también políticamente ingenuo.

    El debate sobre los recortes de la PAC es, en esencia, un debate sobre el futuro de nuestro campo, de nuestros pueblos y de nuestra capacidad para decidir qué comemos y cómo lo producimos. Es un llamado a que los líderes políticos españoles, independientemente de su adscripción europea, defiendan con firmeza los intereses de un sector vital que no solo nos alimenta, sino que también nos define como país. La soberanía alimentaria no es un lujo; es una necesidad democrática.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA TRATA DE PERSONAS: UN GRITO EN FAVOR DE LA JUSTICIA SOCIAL

    Cada 30 de julio, el Día Internacional contra la Trata de Personas nos exhorta a realizar una profunda reflexión política y social, y nos obliga a alzar la voz contra una de las más atroces violaciones de los derechos humanos en el mundo actual: la esclavitud moderna. Desde la perspectiva del humanismo cristiano, este día nos exige ir más allá de la mera condena y la simple y tradicional declaración institucional con fotografía y pancarta, y asumir un compromiso activo, ya que la trata de personas es una afrenta directa a los valores más fundamentales de nuestra fe y nuestra humanidad.

    Seal cual sea su variante (explotación sexual, trabajos forzados, servidumbre doméstica, mendicidad o tráfico de órganos), la trata y el comercio de personas es un cáncer que corroe nuestro tejido social desde su raiz, despojando a los individuos de su dignidad humana intrínseca, su libertad y su autonomía, reduciéndolos a meros objetos de intercambio comercial. Aquí es donde los valores del humanismo cristiano se vuelven una luz indispensable en medio de la oscuridad.

    Desde la mirada del humanismo cristiano, cada ser humano es imagen y semejanza de Dios, poseyendo por lo tanto un valor incalculable y una dignidad inalienable, independientemente de su origen, condición, gnénero, edad, o cualquyier otra situación de vulnerabilidad. La trata niega radicalmente esta verdad. Transforma a una persona, un ser dotado de espíritu y propósito, en una mercancía para ser comprada, vendida y utilizada. Para el humanismo cristiano, esto no es solo un crimen, es un pecado gravísimo contra Dios y contra la propia humanidad.

    La política y la sociedad tienen el deber ineludible de enfrentar esta realidad con la compasión, la justicia y la solidaridad que emanan de estos valores y principios fundamentales, y debe hacerse mediante una respuesta multifacética:

    Legislar y perseguir: es fundamental contar con marcos legales robustos que tipifiquen y penalicen severamente la trata en todas sus formas. Esto implica una persecución eficaz de las redes criminales, desmantelando sus estructuras y asegurando que los perpetradores rindan cuentas por sus crímenes. La justicia no puede ser selectiva ni lenta.

    Proteger a las víctimas: el enfoque debe estar en la víctima, no en su culpabilidad o en cualquier otro tipo de condición personal, social o colectiva. La política debe garantizar refugio seguro, asistencia psicológica, médica y legal, y programas de reintegración social. Desde la visión cristiana, debemos subrayar la opción preferencial por el vulnerable, y las víctimas de trata son, por excelencia, los más vulnerables.

    Prevención y concienciación: la trata se nutre de la ignorancia y la desesperación. Las políticas públicas deben enfocarse en la prevención a través de la educación, aumentando la concienciación sobre los riesgos y las señales de alerta, especialmente entre los colectivos más susceptibles. Esto incluye abordar las causas profundas de la vulnerabilidad, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.

    Cooperación internacional: la trata es un crimen transnacional. Ningún país puede combatirla solo. La cooperación policial, judicial y en inteligencia entre naciones es indispensable. El humanismo cristiano promueve la fraternidad universal, recordándonos que somos responsables los unos de los otros, más allá de las fronteras, credos, idiomas o culturas.

    Al igual que a la clase política, el humanismo cristiano interpela directamente a nuestra sociedad, a nosotros, a cada uno de sus miembros:

    Desarrollar la empatía: debemos cultivar una profunda empatía por las víctimas, reconociéndolas como personas heridas que necesitan nuestra ayuda, no como una simple estadística. Es necesario separar al individuo del colectivo, a la persona del número. Esto nos debe llevar necesariamente a un examen de conciencia sobre nuestros propios hábitos de consumo y sobre cómo las cadenas de suministro pueden estar alimentando la explotación.

    Romper el silencio: la trata prospera en la oscuridad y el silencio. La sociedad debe ser valiente para denunciar, para visibilizar y para exigir acciones. Las comunidades cristianas, en particular, tienen la responsabilidad profética de ser la voz de los que no tienen voz.

    Fomentar la solidaridad activa: más allá de la denuncia, la solidaridad nos llama a la acción concreta: apoyar a organizaciones que trabajan en primera línea, ofrecer voluntariado, o participar en campañas de sensibilización. Es un acto de amor al prójimo que se traduce en un compromiso real con la justicia.

    Restauración y reintegración: la visión cristiana del perdón, la redención y la restauración nos impulsa a buscar la rehabilitación integral de las víctimas, ayudándolas a reconstruir sus vidas con dignidad y esperanza, sin estigmatizarlas.

    En este Día Internacional contra la Trata de Personas, la reflexión política y social desde el humanismo cristiano nos desafía a ver este crimen no sólo como un problema legal, social, político o económico, sino como una crisis moral y espiritual. Nos llama a la coherencia entre nuestros valores y nuestras acciones. Sólo cuando la política se impregne de la dignidad de cada persona, la compasión por el vulnerable, y una inquebrantable voluntad de justicia, podremos, como sociedad, acercarnos a erradicar esta forma moderna de esclavitud y restaurar la humanidad en cada persona.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • DECLARACIÓN OFICIAL DE VALORES CANTABRIA CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LAS INSTITUCIONES DE CANTABRIA

    DÍA DE LAS INSTITUCIONES DE CANTABRIA: VOLVER A NUESTRAS RAICES

    El 28 de Julio, día de las Instituciones de Cantabria, no es solamente una fecha para conmemorar y reflexionar sobre los cimientos de nuestra autonomía y nuestra convivencia democrática, sino también, y muy especialmente en estos momentos, una oportunidad crucial para evaluar cómo los principios y valores democráticos se están son de aplicación hoy y cómo podemos fortalecerlos frente a los desafíos actuales. En un tiempo de rápidas transformaciones y crecientes complejidades, es de vital importancia que nuestras instituciones actúen como verdaderos garantes del bienestar de todos los cántabros.

    Regresar a los principios de una sociedad democrática significa, en primer lugar, reafirmar la participación ciudadana, la transparencia, la rendición de cuentas y la búsqueda del bien común. Éstos no son conceptos abstractos, palabras vacías y huecas sin significado, sino herramientas necesarias e imprescindibles para poder abordar con eficacia los problemas que afectan directamente a nuestra región.

    Uno de los pilares de cualquier sociedad moderna y justa es su sanidad pública. Cantabria ha tenido, y tiene, profesionales sobradamente dedicados y un sistema de salud que ha demostrado, y sigue demostrando diariamente, su enorme capacidad de superación ante cualquier adversidad. Sin embargo, la cada vez más creciente tensión sobre los recursos, el estado de conservación y mantenimiento de los centros de salud, la carencia de profesionales sanitarios en muchas zonas de nuestro territorio, las largas e interminables listas de espera y la necesidad de modernización tecnológica y de personal son retos constantes. El día de Cantabria nos recuerda que la sanidad es un derecho fundamental, no un privilegio. Nuestros valores democráticos nos exigen una gestión que priorice la salud de todos, garantizando la equidad en el acceso y la calidad de la atención, sin dejar a nadie atrás. La inversión en sanidad no es un gasto, es una inversión en el capital humano más valioso de nuestra sociedad.

    De la mano con la sanidad, la educación pública es el motor del progreso y la igualdad de oportunidades. Una educación de calidad, accesible para todos, es la clave para formar ciudadanos críticos, conscientes y capaces de construir un futuro mejor. En Cantabria, debemos asegurar que nuestras escuelas e institutos cuenten con los recursos necesarios, con un profesorado motivado y con proyectos educativos que preparen a nuestros jóvenes para los retos del siglo XXI. Los valores democráticos nos impulsan a defender una educación inclusiva, que respete la diversidad y fomente el pensamiento crítico, lejos de adoctrinamientos o sesgos que puedan dividir a nuestra sociedad.

    Otro desafío apremiante en la Cantabria actual es el problema de la vivienda turística. Si bien el turismo es un motor económico vital para nuestra región, la proliferación descontrolada de viviendas de uso turístico está generando un impacto negativo directo en el acceso a la vivienda para los residentes. La especulación, el aumento de los precios del alquiler y la expulsión de vecinos de sus barrios no son compatibles con los valores de justicia social y arraigo comunitario. Las instituciones cántabras tienen el deber de encontrar un equilibrio justo, que permita el desarrollo turístico sostenible sin sacrificar el derecho a una vivienda digna para nuestros ciudadanos. Esto requiere valentía política para regular y planificar, pensando en el bienestar a largo plazo de los cántabros y no solo en el beneficio a corto plazo de unos pocos.

    Finalmente, el medio ambiente representa un valor transversal y fundamental para Cantabria, una región privilegiada por su naturaleza. La protección de nuestros paisajes, nuestros recursos hídricos, nuestra biodiversidad y la lucha contra el cambio climático deben ser una prioridad innegociable. Los valores cristianos nos recuerdan la responsabilidad de ser buenos mayordomos de la creación. En el ámbito político, esto se traduce en políticas de desarrollo sostenible, fomento de energías renovables, protección de los espacios naturales, gestión responsable de residuos y una planificación urbanística que respete el entorno. El futuro de Cantabria depende de nuestra capacidad para vivir en armonía con la naturaleza, legando un patrimonio saludable a las próximas generaciones.

    En el Día de las Instituciones de Cantabria, el verdadero homenaje no es sólo mirar al pasado, también es mirar hacia adelante con la determinación de actualizar y aplicar los principios democráticos. Es el momento de que nuestros líderes y nuestras instituciones demuestren que los valores de la sanidad pública universal, una educación de calidad para todos, un derecho real a la vivienda y una protección férrea del medio ambiente son los pilares sobre los que construimos una Cantabria más justa, más equitativa y más próspera para todos sus habitantes. Solo así nuestras instituciones serán verdaderamente representativas del corazón y las aspiraciones de nuestra gente.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • EL DEFENSOR DEL PUEBLO RECONOCE LAS RECLAMACIONES EFECTUADAS POR VALORES CANTABRIA RELATIVAS AL DETERIORO DEL SERVICIO CANTABRO DE SALUD

    24/07/2025
    Santander

    Con fecha 16 de Julio de 2025, la oficina del Defensor del Pueblo ha dado respuesta a la reclamación oficial y la solicitud de mediación de la institución ante la situación de abandono y degeneración que la atención sanitaria está sufriendo en Cantabria interpuesta por el presidente de Valores Cantabria, José Luis Tendero, situación que con la llegada de la época de verano, tal y como se venía alertando no solamente desde las agrupaciones y asociaciones de profesionales sanitarios, sino también desde la propia formación que preside a nivel nacional Alfonso J. Galdón, no ha hecho sino empeorar considerablemente.

    En la respuesta emitida por la adjunta primera, Doña Teresa Jiménez-Becerril, se reconoce primeramente que recientemente se ha concluido una actuación de oficio con la Consejería liderada por Don César Pascual, en la que se requirió que se informase acerca de aspectos clave de la atención y gestión sanitaria, como por ejemplo los tiempos y procesos de espera y asginación / reasignación de profesional médico de referencia, la actualización de datos acerca de pacientes y usarios que no disponen de médico o pediatra asignados, entre otras.

    Tras la reclamación presentada por Valores Cantabria, desde la oficina del Defensor del Pueblo han trasladado a la Consejería consideraciones relativas al impacto de la calidad asistencial que tiene el hecho de la falta de cobertura de plazas de asistencia sanitaria, la rotación de profesionales de referencia, y la prolongada situación de desatención que se vive en una gran parte de centros de salud de Cantabria.
    Igualmente se ha puesto de manifiesto las consecuencias que tiene la rotación y/o sustitución de profesionales de referencia o de atención especializada en lo relativo a la calidad asistencial del paciente, seguimiento de su historia clínica, etc.

    Habiendo aclarado que desde la figura del Defensor del Pueblo se atienden específicamente aquellas reclamaciones o quejas relativas a situaciones concretas de personas afectadas, desde la institución pública se ha dejado constancia de que la reclamación interpuesta por Valores Cantabria será tenida en cuenta a la hora de evaluar aquellas investigaciones que se están llevando a cabo contra la Consejería de Sanidad, así como las que puedan tener lugar en un futuro cercano.

    José Luis Tendero, presidente de Valores Cantabria, ha agradecido públicamente a la oficina del Defensor del Pueblo su actuación e interés por la situación del Servicio Cántabro de Salud, y ha remarcado la importancia de no callar ante lo que ha considerado «una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigidas invariablamente hacia el mismo objetivo», tomando prestadas las palabras que figuras escritas en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, animando a la ciudadanía a que siga defendiendo aquellos derechos de los ciudadanos que son básicos y elementales, como es el caso de la sanidad pública.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • VALORES SE INCORPORA A PARLAMENTO Y FE

    Santander, 14 de Julio de 2025

    El presidente de Valores Cantabria, José Luis Tendero, se ha incorporado como miembro de Valores al ministerio cristiano Parlamento y Fe España.

    Parlamento y Fe nació en Argentina en el año 2008 y tiene actualmente presencia en los cinco continentes. El ministerio, formado por personas cristianas de diversas confesiones, tiene por objetivo llevar el mensaje del Evangelio a la clase política y a personas que tienen posiciones de influencia social y pública, con la clara visión de un mundo donde fe y gobierno colaboren en aras de crear un futuro mejor para todos.

    Entre sus objetivos se encuentra el promover el diálogo entre la política y los valores cristianos, creando espacios donde líderes políticos puedan compartir ideas, reflexionar sobre la realidad social y buscar soluciones a problemáticas comunes inspiradas en los principios de la fe.

    Tendero, miembro de la Iglesia Bautista de Bizkaia, se incorpora al ministerio Parlamento y Fe como parte de su vocación de servicio cristiano a través de la acción social y política, con el deseo de seguir siendo un cauce para la transmisión del Evangelio y de los valores y principios cristianos tanto entre la comunidad cristiana en general, como dentro de la clase política en particular, comenzando por la propia formación a la que representa y en la que milita, Valores.

  • DE LA POLÍTICA, EL CRISTIANISMO Y LOS VALORES

    01/07/2025
    Santander

    Poder comprender la problemática actual de la sociedad española exige mirar más allá de las estadísticas, las ideologías y las estructuras políticas. Es necesario realizar un examen más profundo y desde una perspectiva mucho más compleja, que nos lleva a reconocer que la verdadera raíz de muchos de nuestros desafíos sociales reside en el corazón del hombre y en la progresiva pérdida de valores esenciales. Alcanzar esta conclusión tiene, consecuentemente, profundas implicaciones para la política, que a menudo se centra en soluciones externas sin tener en cuenta causas internas.

    La política moderna tiende a diagnosticar los problemas sociales como fallos estructurales, económicos o sistémicos. Si bien no podemos negar que estos factores son importantes y necesitan ser abordados con políticas públicas efectivas, la visión cristiana sostiene que, en muchos casos, dichos elementos revelan una enfermedad más profunda, una enfermedad subyacente que se manifiesta en el individualismo egoísta, la ambición desmedida, la falta de empatía, la deshonestidad y la búsqueda del poder por el poder mismo. Y todo esto únicamente existe porque emana del corazón humano.

    Las Escrituras nos recuerdan: «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?» (Jeremías 17:9). Esta verdad bíblica sugiere que, sin una transformación interna en el corazón y la mente del ser humano, los mejores sistemas y las leyes más justas pueden ser pervertidos. Podemos tener democracias sólidas, economías prósperas y marcos legales robustos, pero si el corazón de aquellos que operan dentro de ellos (tanto líderes como ciudadanos) está dominado por el egoísmo y la ausencia de valores, el sistema cojeará.

    Esta pérdida de valores viene derivada, directamente, de la perversión y la erosión de principios como:

    La dignidad intrínseca de cada persona: si olvidamos que cada ser humano es imagen de Dios, cosificar al otro, explotarlo o discriminarlo, y con ello dar lugar a injusticias sociales y atropellos a los derechos humanos, el algo que se convierte en una práctica diaria.

    El bien común sobre el interés particular: si la búsqueda del beneficio propio o de un grupo se antepone al bienestar de toda la comunidad, se crea un caldo de cultivo perfecto para la corrupción, el clientelismo y la desigualdad.

    La verdad y la honestidad: la mentira, la manipulación y la hipocresía política florecen cuando la verdad deja de ser un valor inquebrantable, minando la confianza pública y polarizando a la sociedad.

    La justicia y la equidad: sin un sentido arraigado de qué es lo correcto y lo justo y más aún, cuando no existe un estándar ético o moral definidio inamovible, las estructuras sociales pueden volverse opresivas y el poder se convierte en una herramienta al servicio del privilegio de unos pocos.

    El servicio y la humildad: cuando el liderazgo se concibe como una posición de dominio y no de servicio sacrificial, la política se aleja de su propósito original de construir una sociedad mejor.

    Esta persepectiva de la política bajo el enfoque de los valores cristianos, lejos de imponer una teocracia o cualquier otro tipo de adoctrinamiento teológico, implica necesariamente un radical cambio de enfoque:

    Promover una cultura de valores: los líderes políticos, más allá de la legislación, tienen la responsabilidad de ser modelos e inspirar una cultura de integridad, ética y servicio. Esto implica un liderazgo que priorice la honestidad, la transparencia y el bien común.

    Educación y formación ética: es vital invertir en una educación que no sólo transmita conocimientos, sino que también forme en valores, desarrolle el pensamiento crítico y fomente la conciencia moral desde temprana edad.

    Fortalecimiento de la sociedad civil: las instituciones religiosas, con independencia de su confesión, las familias y las organizaciones comunitarias y educativas son fundamentales para sembrar y hacer crecer estos valores en el corazón de los individuos. La política debe apoyar, y no socavar, estos pilares de la sociedad.

    Leyes que reflejen principios, no sólo intereses: si bien las leyes deben adaptarse y regular la convivencia social en todos sus frentes y aspectos, una perspectiva cristiana de las mismas impulsaría una legislación que no sólo se preocupe por resolver problemas superficiales, sino que también fomente la justicia, proteja la dignidad y promueva el bien común de manera más profunda.

    Humildad en el poder: entender la falibilidad humana y la propensión al error, debe llevar a una mayor humildad en el ejercicio del poder, promoviendo la rendición de cuentas y la limitación del mismo para evitar abusos.

    Por desgracia, nuestra amada España se está convirtiendo, desgracidamente y a pasos agigantados, en un ejemplo de cómo una política que ignora la dimensión moral y espiritual del ser humano se convierte de manera inexorable en ineficaz para resolver los problemas más profundos de la sociedad. Pone tiritas a heridas que requieren de un tratamiento y, en muchas ocasiones, una cirugía mayor.

    Desde una perspectiva cristiana, la verdadera transformación social comienza con la transformación del corazón. Ésto no anula ni resta importancia a la necesidad de buenas políticas. Tan sólo les da un fundamento más sólido.

    Sólo cuando el servicio, la verdad, la justicia y la compasión arraigan en el corazón de los individuos –líderes y ciudadanos por igual–, la política puede verdaderamente convertirse en una herramienta efectiva para la construcción de una sociedad más justa, humana y armoniosa. Es un llamado a que la política no sólo se ocupe de lo que la gente tiene, sino también de lo que la gente es.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.

  • LA IMPORTANTE RELEVANCIA DE TENER (BUENA) MEMORIA

    24/06/2025

    Santander

    A todos nos suena. Juntamente con «corrupción», «mordidas», «escándalo», «comisiones», «contratos» y un larguísimo etcétera, la expresión «memoria histórica» está, como diría aquella famosa modelo, «en el candelabro» desde hace ya algunos años. O lo que viene siendo lo mismo, «está de moda«. Pero, desgraciadamente, en esta España nuestra, tan igualitaria, tan solidaria, tan inclusiva, tan comprensiva, tan dada al consenso y el cierre de las heridas, tan dada a perdonar y dar segundas, terceras o decimoquintas oportunidades a diestro y siniestro, y que jamás ha estado tan dividida, tan enfrentada, tan convulsionada, jamás ha sido tan olvidadiza y tan desmemoriada, la expresión «memoria histórica» sirve, una vez más, y ya viene siendo habitual en este nuestro Gobierno actual, de arma arrojadiza a la menor ocasión, dejando a la altura del mismísimo betún la bíblica sentencia «dejad que los muertos entierren a sus muertos» (Lc. 9, 60).

    La guerra civil española dejó un país devastado. Ciudades en ruinas, infraestructuras destruidas, una economía desarticulada… Pero sobre todo, y por encima de todo, dejó una profunda cicatriz social y moral. Familias destruidas, hermanos combatiendo contra hermanos, padres contra hijos, abuelos contra nieto, vecinos contra vecinos… Sin embargo, cuando la tormenta pasó, cuando los escombros, el hambre, la más absoluta necesidad asoló nuestro país, justo en medio de esa desolación, hubo incontables hombres y mujeres que, con su esfuerzo, dedicación y sacrificio, se embarcaron en la monumental tarea de reconstruir España. Sin ideologías, sin colores, sin banderas ni escalas sociales… Únicamente porque era lo que había que hacer: remangarse, doblar la espalda, arrimar el hombro… y renacer.

    Reconocer esta realidad objetiva no es meramente un ejercicio de memoria histórica, sino una reafirmación de un conjunto de valores fundamentales, la constatación de que la búsqueda y la lucha por el bien común siempre suma, siempre gana, nunca resta ni pierde, y, sobre todo, una lección vital para nuestro presente y nuestro futuro.

    ¿Quiénes fueron estos constructores?

    Fueron de todas las ideologías, aunque el discurso oficial de la época tendiera a invisibilizar a muchos. Fueron ingenieros, arquitectos, obreros, agricultores, maestros, pescadores, ganaderos, mineros, soldadores, marinos, amas de casa, funcionarios, voluntarios… Algunos lo hicieron desde posiciones de poder y dirección, otros desde el anonimato del trabajo diario, bajo condiciones a menudo extremadamente duras y con salarios ínfimos.

    • Los ingenieros y arquitectos que planificaron la reconstrucción de ciudades enteras, puentes, carreteras y vías férreas.
    • Los obreros y campesinos que, con sus propias manos, removieron escombros, levantaron muros, sembraron campos y repararon infraestructuras vitales.
    • Las mujeres que, en un país con una gran parte de su población masculina diezmada, encarcelada o exiliada, asumieron roles fundamentales en el sostenimiento de las familias y en la economía agraria e industrial.
    • Los maestros y educadores que, en medio de la precariedad, intentaron mantener viva la llama del conocimiento y la esperanza para las nuevas generaciones.
    • Los empresarios y emprendedores (dentro del contexto de la dictadura) que, con recursos limitados, impulsaron la reactivación económica.

    ¿Qué lección nos enseña el reconocer su labor?

    1. Es un acto de justicia histórica y dignidad: hacia quienes vivieron y trabajaron en condiciones de extrema dificultad. Reconocer su esfuerzo es dignificar sus vidas y su legado, a menudo ensombrecido por la polarización política de la época. Muchos de ellos no vieron los frutos plenos de su labor en vida. Fueron nuestros abuelos, nuestros tíos, nuestros padres…
    2. Supone poner en valor el esfuerzo y la resiliencia: su memoria es un testimonio de la increíble capacidad humana para la resiliencia y el esfuerzo colectivo frente a la adversidad más profunda. No recuerda que, incluso después de un desastre, es posible levantarse y reconstruir, ladrillo a ladrillo, con tenacidad y visión.
    3. Entender cuál es la base de nuestro presente: la España que conocemos hoy, con sus infraestructuras, sus ciudades y parte de su estructura económica y social, se asienta sobre los cimientos que estas generaciones construyeron. Ignorar su trabajo es desconocer nuestra propia historia y la base material de nuestro bienestar actual.
    4. Servir de inspiración para el futuro: para un país que enfrenta nuevos desafíos (económicos, sociales, ambientales), la historia de la posguerra nos ofrece una poderosa lección de que, a través del trabajo duro, la unidad (aunque impuesta en aquel momento) en la tarea productiva y la dedicación, se pueden superar grandes obstáculos. Nos inspira a la perseverancia y a la constancia ante las dificultades.
    5. Es la raíz de la memoria colectiva y de la reconciliación: reconocer este trabajo también contribuye a una memoria colectiva más completa y menos polarizada. Al centrarse en el acto constructivo y el esfuerzo compartido (más allá de las heridas ideológicas que tardarían décadas en sanar y, que aún hoy, no terminan de hacerlo), se puede fomentar una visión que valora la capacidad del pueblo español para sobreponerse y mirar hacia adelante.

    La reconstrucción de España tras la guerra civil fue un acto de resiliencia nacional. No fue un proceso idílico. Estuvo marcado por la represión, la falta de libertades y la escasez, pero la tarea física y material fue llevada a cabo por personas que se levantaron cada día para construir.

    Recordar y honrar a aquellos que reconstruyeron España es un deber moral. Es una forma de agradecer un legado tangible y de reconocer la inquebrantable voluntad de un pueblo que, a pesar de sus tragedias, siempre ha sabido levantarse y construir su futuro. Su esfuerzo es parte fundamental de nuestra identidad colectiva y un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el trabajo y la esperanza pueden pavimentar el camino hacia una nueva era.

    José Luis Tendero Ferrer

    Presidente Valores Cantabria

  • ¿POR QUÉ VALORES ES CADA VEZ MÁS NECESARIO?

    23/06/2025
    Santander

    ¿POR QUÉ VALORES ES CADA VEZ MÁS NECESARIO?

    Vivimos un panorama político y social marcado por la polarización, la hipocresía y la desconfianza. Panorama en el cual es crucial reflexionar sobre la importancia de los valores cristianos como un pilar fundamental para la política y el desarrollo social actual. Lejos de abogar por una teocracia o por la imposición de una religión o creencia específica, se trata de reconocer que existen ciertos principios y valores que se encuentran arraigados en la tradición cristiana y que pueden, y de hecho así lo hacen, ofrecer una brújula moral y ética indispensable para un gobierno justo y una sociedad próspera.

    Los valores cristianos no son exclusivos de los creyentes, sino que muchos de ellos son universales y encuentran eco en diversas filosofías y culturas. Conceptos como la dignidad de la persona humana, la justicia social, la solidaridad, el bien común, la verdad, la honestidad, la compasión y el servicio son, en esencia, inherentes al ser humano de bien. Cuando estos valores se conforman dentro de la acción política, se genera un ambiente propicio para el desarrollo integral de la sociedad.

    Consideremos cómo se manifiestan estos valores en la práctica:

    Dignidad del ser humano: en el corazón del mensaje cristiano está la creencia de que cada individuo es creado a imagen y semejanza de Dios, poseyendo un valor intrínseco e inalienable. En política, esto se traduce en la defensa de los derechos humanos fundamentales, la protección de los más vulnerables (niños, ancianos, enfermos, migrantes) y la promoción de políticas que permitan a cada persona alcanzar su pleno potencial, independientemente de su origen o condición.

    Justicia social y solidaridad: la tradición cristiana aboga por una «opción preferencial por los pobres», no como favoritismo, sino como un llamado a asegurar que nadie quede atrás. Esto implica necesariamente luchar contra la desigualdad, promover una distribución equitativa de los recursos, garantizar el acceso a servicios básicos como la salud y la educación, y crear oportunidades de desarrollo para todos. La solidaridad nos impulsa a ver al «otro» como un hermano o hermana, y a construir comunidades donde todos se apoyen mutuamente.

    Bien común: la política, en su esencia, debería buscar el bien de toda la comunidad, no solo el de una facción o un interés particular. Los valores cristianos refuerzan esta visión, invitando a los líderes a trascender las agendas partidistas y a trabajar por lo que es verdaderamente beneficioso para todos los ciudadanos. Esto requiere diálogo, consenso y una mirada a largo plazo.

    Verdad y honestidad: la hipocresía y la corrupción, tan presentes en la política, son contrarias a los principios cristianos. La verdad es un valor fundamental que exige transparencia en la gestión pública, rendición de cuentas y una comunicación honesta con la ciudadanía. La honestidad implica integridad personal y un rechazo firme a cualquier forma de abuso de poder o enriquecimiento ilícito.

    Compasión y servicio: Jesús enseñó que el verdadero liderazgo se encuentra en el servicio (Marcos 10:45). La compasión hacia los que sufren y la disposición a servir desinteresadamente deberían ser los motores de la acción política. Esto contrasta con la búsqueda de poder por el poder mismo, o con el uso de cargos públicos para fines egoístas.

    Cuando los valores cristianos se diluyen o se ignoran en la esfera política, el resultado es predecible: una política deshumanizada, donde prevalecen los intereses individuales sobre el colectivo, la mentira sobre la verdad, y la confrontación sobre el diálogo. Los escándalos de corrupción, la polarización extrema y la falta de soluciones efectivas a los problemas reales de la gente son, en gran medida, síntomas de esta carencia de principios éticos sólidos.

    Por lo tanto, la importancia de los valores cristianos en la política actual radica en su capacidad para:

    Humanizar la política: recordar que el centro de toda acción política debe ser la persona humana.

    Construir puentes: fomentar el diálogo, el respeto y la búsqueda de consensos sobre intereses partidistas.

    Combatir la corrupción: promover la transparencia, la integridad y la rendición de cuentas como pilares de la gestión pública.

    Inspirar el servicio: motivar a los líderes a actuar por el bien común y no por ambiciones personales.

    Generar esperanza: Ofrecer una visión de una sociedad más justa y solidaria, donde la ética guíe las decisiones.

    No se trata de imponer dogmas religiosos, sino de reconocer que estos valores, que han moldeado la civilización occidental, son esenciales para el buen gobierno y para la construcción de una sociedad donde prevalezcan la justicia, la libertad y la dignidad. La política actual necesita urgentemente de una revitalización ética, y los valores cristianos ofrecen una fuente rica y profunda para esta renovación.

    José Luis Tendero Ferrer
    Presidente Valores Cantabria.