
15/09/2025
Santander
El debate que ha surgido en las últimas semanas en torno al Plan Singular de Interés Regional (PSIR) en Laredo es más que una simple disputa local; es un reflejo de los desafíos complejos que enfrentamos en Cantabria para equilibrar el desarrollo económico con la protección de nuestro entorno y el bienestar de nuestros ciudadanos. La propuesta de recalificar suelo rústico a industrial para la implantación de una macro zona (más de 500 mil metros cuadrados, 0,50 kilómetros cuadrados, cuando el propio municipio de Laredo, ocupa 15,7 kilómetros cuadrados) de naves industriales, supone un punto de inflexión que nos debe invitar a la reflexión y, sobre todo, a la búsqueda de soluciones consensuadas.
El contexto de este PSIR no puede entenderse sin considerar la larga y conflictiva historia del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Laredo. Los intentos de aprobar un PGOU han estado marcados por la controversia, la especulación urbanística y la desconfianza de los vecinos. Este nuevo plan, que busca una vía rápida para la implantación industrial, corre el riesgo de repetir errores pasados, generando, como es lógico, incertidumbre, temor y, por supuesto, rechazo en la población. Por ello, la prioridad debe ser el diálogo con los propietarios afectados, escuchando sus preocupaciones y asegurando que sus derechos y propiedades sean respetados.
Por otro lado, las dudas en torno a la gestión de la empresa pública Suelo Industrial de Cantabria (SICAN), que ha estado implicada en proyectos similares, nos recuerdan la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas. Los vecinos temen la expropiación de sus terrenos para ser vendidos a un precio bajo, lo que resultaría en una injusta pérdida patrimonial. Este miedo es comprensible y debe ser abordado con garantías claras para no convertir la expropiación en expoliación.
Le pese a quien le pese, el modelo de desarrollo de Laredo se ha basado, especialmente en las últimas décadas, en el turismo, la belleza de su entorno y la calidad de vida que ofrece. La implantación masiva de naves industriales, con la consiguiente alteración del paisaje, el aumento del tráfico pesado y la potencial contaminación, podría comprometer la esencia misma del municipio. No se trata de oponerse al desarrollo empresarial e industrial en la zona, sino de proteger lo que hace a Laredo único. El suelo rústico no es un mero espacio vacío; es un recurso vital para la biodiversidad, la agricultura local y la salud del ecosistema.
Por otra parte, no se debe olvidar que en no pocas ocasiones, planes que prometían una gran generación de empleo y riqueza para un municipio no han cumplido ni de lejos sus objetivos, pero sus efectos se sufren y se sufrirán durante largo tiempo.
Para los vecinos el impacto será directo. La expropiación forzosa de sus terrenos causaría un profundo desarraigo emocional y financiero. Además, la proximidad de la actividad industrial afectaría negativamente su calidad de vida y el valor de sus propiedades. No debe ignorarse el hecho de que una de las posibles consecuencias de la recalificación de suelo rústico a industrial es, precisamente, la pérdida de valor del terreno recalificado.
En lo que refiere al medio ambiente, la conversión de suelo rústico a industrial es irreversible. Cemento y asfalto sellarán el terreno, fragmentando hábitats naturales y exponiendo el ecosistema a riesgos de contaminación.
Económicamente, y como ya se ha apuntado, se corre el riesgo de sacrificar un modelo económico turístico probado y de bajo impacto por una industria que podría no generar el empleo de alta calidad esperado ni integrarse en el tejido social existente.
Desde Valores creemos firmemente que existen soluciones más inteligentes, sostenibles y justas que el actual PSIR. El objetivo debe ser generar prosperidad económica y empresarial, sin destruir el patrimonio existente. Para ello, proponemos diversas alternativas que podrían estudiarse:
Reutilización del suelo industrial existente: en lugar de consumir suelo rústico virgen, es más eficaz y sostenible buscar la revitalización de zonas industriales ya degradadas en Cantabria, y existentes en el propio municipio de Laredo. Ejemplos en otras comunidades autónomas, como el País Vasco, demuestran la viabilidad de la regeneración de polígonos industriales en declive. La inversión en estas áreas puede generar empleo y revitalizar infraestructuras sin causar daños adicionales al medio ambiente.
Modelos de consenso y participación: para cualquier futuro desarrollo, proponemos la creación de mesas de diálogo con los vecinos para explorar opciones como las asociaciones o cooperativas de propietarios. Esto permitiría a los dueños de los terrenos ser parte del proyecto y compartir los beneficios, en lugar de ser meros afectados por la expropiación. Es un modelo de desarrollo participativo que empodera a la ciudadanía.
Apuesta por un desarrollo coherente con el modelo de Laredo: el futuro económico de Laredo puede y debe ser compatible con su identidad. Esto implica fortalecer los sectores del turismo de calidad, la gastronomía y el comercio local. La inversión en la modernización de infraestructuras turísticas, la promoción de productos locales y el fomento de un turismo sostenible y de bajo impacto son caminos probados para generar riqueza y empleo de forma armónica con el entorno.
En conclusión, el camino a seguir no es la confrontación, sino la construcción de puentes. Hacemos un llamado a todas las partes implicadas a abandonar las posturas rígidas y a trabajar juntas por un futuro para Laredo que sea próspero, justo y, sobre todo, respetuoso con su gente y con su tierra. La grandeza de una sociedad se mide en su capacidad para encontrar soluciones que beneficien a todos, sin dejar a nadie atrás.

José Luis Tendero Ferrer
Presidente Valores Cantabria.

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